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Daí a dias, com efeito, a estalagem metia-se em obras. À desordem do desentulho do incêndio sucedia a do trabalho dos pedreiros; martelava-se ali de pela manhã até à noite, o que aliás não impedia que as lavadeiras continuassem a bater roupa e as engomadeiras reunissem ao barulho das ferramentas o choroso falsete das suas eternas cantigas.
Después de unos días, de hecho, la posada se puso en construcción. Al desorden de sacar los escombros del fuego sucedió el trabajo de los albañiles; allí se martilleaba desde la mañana hasta la noche, lo que no impedía que las lavanderas siguieran golpeando la ropa y las planchadoras sumaran al ruido de las herramientas el falsete lloroso de sus eternos cantos.

Os que ficaram sem casa foram aboletados a trouxe e mouxe por todos os cantos, à espera dos novos cômodos. Ninguém se mudou para o "Cabeça-de-Gato".
Los que se quedaron sin hogar fueron traídos y trasladados por todos lados, esperando nuevas habitaciones. Nadie se movió a la "Cabeza de Gato".

As obras principiaram pelo lado esquerdo do cortiço, o lado do Miranda; os antigos moradores tinham preferência e vantagens nos preços. Um dos italianos feridos morreu na Misericórdia e o outro, também lá, continuava ainda em risco de vida. Bruno recolhera-se à Ordem de que era irmão, e Leocádia, que não quis atender àquela carta escrita por Pombinha, resolveu-se a ir visitar o seu homem no hospital. Que alegrão para o infeliz a volta da mulher, aquela mulher levada dos diabos, mas de carne dura, a quem ele, apesar de tudo, queria muito. Com a visita reconciliaram-se, chorando ambos, e Leocádia decidiu tornar para o São Romão e viver de novo com o marido. Agora fazia-se muito séria e ameaçava com pancada a quem lhe propunha brejeirices.
Se empezó a trabajar en el lado izquierdo del conventillo, lado Miranda; los antiguos residentes tenían preferencia y ventajas de precio. Uno de los italianos heridos murió en Misericórdia y el otro, también allí, aún corría peligro de muerte. Bruno se había retirado a la Orden de la que era hermano, y Leocádia, que no quiso hacer caso a aquella carta escrita por Pombinha, decidió ir a visitar a su hombre al hospital. Qué feliz se puso el desdichado cuando volvió la mujer, aquella mujer malvada, pero de carne dura, a la que, a pesar de todo, amaba mucho. Con la visita se reconciliaron, ambos llorando, y Leocádia decidió volver a São Romão y vivir de nuevo con su marido. Ahora se puso muy seria y amenazó con golpear a cualquiera que le propusiera travesuras.

Piedade, essa e que se levantou das febres completamente transformada. Não parecia a mesma depois do abandono de Jerônimo; emagrecera em extremo, perdera as cores do rosto, ficara feia, triste e resmungona; mas não se queixava, e ninguém lhe ouvia falar no nome do esposo.
Piedad, éste que se levantó de la fiebre completamente transformado. No se veía igual después del abandono de Jerónimo; se había vuelto extremadamente delgada, había perdido el color en su rostro, se había vuelto fea, triste y gruñona; pero ella no se quejó, y nadie la oyó mencionar el nombre de su marido.

Esses meses, durante as obras, foram uma época especial para a estalagem. O cortiço não dava idéia do seu antigo caráter, tão acentuado e, no entanto, tão misto: aquilo agora parecia uma grande oficina improvisada, um arsenal, em cujo fragor a gente só se entende por sinais. As lavadeiras fugiram para o capinzal dos fundos, porque o pó da terra e da madeira sujava-lhes a roupa lavada. Mas, dentro de pouco tempo, estava tudo pronto; e, com imenso pasmo, viram que a venda, a sebosa bodega, onde João Romão se fez gente, ia também entrar em obras. O vendeiro resolvera aproveitar dela somente algumas das paredes, que eram de um metro de largura, talhadas à portuguesa; abriria as portas em arco, suspenderia o teto e levantaria um sobrado, mais alto que o do Miranda e, com toda a certeza, mais vistoso.
Estos meses, durante las obras, fueron un tiempo especial para la posada. El conventillo no daba idea de su carácter anterior, tan acentuado ya la vez tan mezclado: ahora parecía un gran taller improvisado, un arsenal, en cuyo estruendo la gente se entendía sólo por señas. Las lavanderas huyeron a la hierba del fondo, porque el polvo de la tierra y de la madera ensuciaba la ropa lavada. Pero, en poco tiempo, todo estuvo listo; y, con inmenso asombro, vieron que la tienda, la bodega grasienta, donde João Romão se hizo persona, también iba a estar en construcción. El posadero decidió utilizar sólo algunos de los muros, que tenían un metro de ancho, tallados al estilo portugués; abriría las puertas de arco, levantaría el techo y levantaría un piso, más alto que el de Miranda y ciertamente más vistoso.

Prédio para meter o do outro no chinelo; quatro janelas de frente, oito de lado, com um terraço ao fundo. O lugar em que ele dormia com Bertoleza, a cozinha e a casa de pasto seriam abobadadas, formando, com a parte de taverna, um grande armazém, em que o seu comércio iria fortalecer-se e alargar-se.
Edificio para poner lo del otro en la zapatilla; cuatro ventanas al frente, ocho al costado, con una terraza al fondo. El lugar donde durmió con Bertoleza, la cocina y el comedor serían abovedados, formando, con la parte de la taberna, un gran almacén, donde su oficio se afianzaría y expandiría.

O Barão e o Botelho apareciam por lá quase todos os dias, ambos muito interessados pela prosperidade do vizinho; examinavam os materiais escolhidos para a construção, batiam com a biqueira do chapéu de sol no pinho-de-riga destinado ao assoalho, e afetando-se bons entendedores, tomavam na palma da mão e esfarelavam entre os dedos um punhado da terra e da cal com que os operários faziam barro.
El Barón y Botelho aparecían allí casi todos los días, ambos muy interesados ​​en la prosperidad de su vecino; Examinaron los materiales elegidos para la construcción, golpearon con la punta de sus sombreros para el sol el pino destinado al piso y, fingiendo ser buenos conocedores, tomaron un puñado de tierra y cal en la palma de la mano y lo desmenuzaron entre sus manos. dedos con los que los trabajadores hacían la arcilla.

Às vezes chegavam a ralhar com os trabalhadores, quando lhes parecia que não iam bem no serviço! João Romão, agora sempre de paletó, engravatado, calças brancas, colete e corrente de relógio, já não parava na venda, e só acompanhava as obras na folga das ocupações da rua. Principiava a tomar tino no jogo da Bolsa; comia em hotéis caros e bebia cerveja em larga camaradagem com capitalistas nos cafés do comércio.
¡A veces incluso regañaban a los trabajadores cuando les parecía que no les iba bien en el trabajo! João Romão, ahora siempre vestido con chaqueta, traje, pantalón blanco, chaleco y cadena de reloj, ya no se detenía en la venta, y solo acompañaba las obras en el día libre de las ocupaciones de la calle. Estaba empezando a acostumbrarse al juego de la bolsa de valores; comía en hoteles caros y bebía cerveza en estrecho compañerismo con capitalistas en cafés comerciales.

E a crioula? Como havia de ser? Era isto justamente o que, tanto o Barão como o Botelho, morriam por que lhe dissessem. Sim, porque aquela boa casa que se estava fazendo, e os ricos móveis encomendados, e mais as pratas e as porcelanas que haviam de vir, não seriam decerto para os beiços da negra velha! Conservá-la-ia como criada? Impossível! Todo Botafogo sabia que eles até ai fizeram vida comum! Todavia, tanto o Miranda, como o outro, não se animavam a abrir o bico a esse respeito com o vizinho e contentavam-se em boquejar entre si misteriosamente, palpitando ambos por ver a saída que o vendeiro acharia para semelhante situação.
¿Y el criollo? ¿Cómo debería ser? Esto era precisamente lo que tanto el Barón como Botelho se morían por escuchar. ¡Sí, porque esa buena casa que se estaba construyendo, y los ricos muebles ordenados, y las platerías y porcelanas que habían de venir, ciertamente no estarían para los labios de la vieja negra! ¿La mantendrías como sirvienta? ¡Imposible! ¡Todo Botafogo sabía que hasta entonces habían hecho una vida en común! Sin embargo, tanto Miranda como el otro no se atrevieron a abrir la boca sobre esto con su vecino y se contentaron con mirarse boquiabiertos misteriosamente, palpitando ambos al ver la salida que encontraría el posadero a tal situación.

Maldita preta dos diabos! Era ela o único defeito, o senão de um homem tão importante e tão digno. Agora, não se passava um domingo sem que o amigo de Bertoleza fosse jantar à casa do Miranda. Iam juntos ao teatro. João Romão dava o braço à Zulmira, e, procurando galanteá-la e mais ao resto da família, desfazia-se em obséquios brutais e dispendiosos, com uma franqueza exagerada que não olhava gastos. Se tinham de tomar alguma coisa, ele fazia vir logo três, quatro garrafas ao mesmo tempo, pedindo sempre o triplo do necessário e acumulando compras inúteis de doces, flores e tudo o que aparecia. Nos leilões das festas de arraial era tão feroz a sua febre de obsequiar a gente do Miranda, que nunca voltava para casa sem um homem atrás, carregado com os mimos que o vendeiro arrematava.
¡Malditos diablos negros! Ella era el único defecto, el defecto de un hombre tan importante y digno. Ahora bien, no pasaba un domingo sin que la amiga de Bertoleza fuera a cenar a casa de Miranda. Fueron juntos al teatro. Joao Romão unía su brazo a Zulmira, y, buscando cortejarla a ella y al resto de la familia, se deshacía en cortesías brutales y costosas, con una franqueza exagerada que no reparaba en un pensamiento. Si tenían que beber algo, inmediatamente traía tres o cuatro botellas al mismo tiempo, siempre ordenaba el triple de lo que necesitaba y acumulaba compras inútiles de dulces, flores y cualquier otra cosa que llegaba. En las subastas de las fiestas, era tan feroz en ofrecer regalos a los mirandanos, que nunca volvía a casa sin un hombre detrás, cargado con las golosinas que compraba el ventero.

E Bertoleza bem que compreendia tudo isso e bem que estranhava a transformação do amigo. Ele ultimamente mal se chegava para ela e, quando o fazia, era com tal repugnância, que antes não o fizesse. A desgraçada muita vez sentia-lhe cheiro de outras mulheres, perfumes de cocotes estrangeiras e chorava em segredo, sem animo de reclamar os seus direitos. Na sua obscura condição de animal de trabalho, já não era amor o que a mísera desejava, era somente confiança no amparo da sua velhice quando de todo lhe faltassem as forças para ganhar a vida. E contentava-se em suspirar no meio de grandes silêncios durante o serviço de todo o dia, covarde e resignada, como seus pais que a deixaram nascer e crescer no cativeiro. Escondia-se de todos, mesmo da gentalha do frege e da estalagem, envergonhada de si própria, amaldiçoando-se por ser quem era, triste de sentir-se a mancha negra, a indecorosa nódoa daquela prosperidade brilhante e clara.
Y Bertoleza entendió bien todo esto y quedó muy sorprendido por la transformación de su amigo. Apenas se acercó a ella últimamente, y cuando lo hizo, fue con tanta repulsión como nunca antes. La pobre mujer olía a menudo el olor de otras mujeres, el perfume de las cocottes extranjeras, y lloraba en secreto, sin valor para reclamar sus derechos. En su oscura condición de animal de trabajo, ya no era amor lo que deseaba la desdichada mujer, sólo era confianza en la protección de su vejez cuando carecía por completo de fuerzas para ganarse la vida. Y se contentó con suspirar en medio de largos silencios durante todo el día de trabajo, cobarde y resignada, como sus padres que la dejaron nacer y crecer en cautiverio. Se escondió de todos, incluso de la turba de la frege y de la posada, avergonzada de sí misma, maldiciéndose por ser quien era, entristecida de sentir la mancha negra, la mancha indecorosa de esa brillante y clara prosperidad.

E, no entanto, adorava o amigo, tinha por ele o fanatismo irracional das caboclas do Amazonas pelo branco a que se escravizam, dessas que morrem de ciúmes, mas que também são capazes de matar-se para poupar ao seu ídolo a vergonha do seu amor. O que custava aquele homem consentir que ela, uma vez por outra, se chegasse para junto dele? Todo o dono, nos momentos de bom humor, afaga o seu cão... Mas qual! o destino de Bertoleza fazia-se cada vez mais estrito e mais sombrio; pouco a pouco deixara totalmente de ser a amante do vendeiro, para ficar sendo só uma sua escrava. Como sempre, era a primeira a erguer-se e a ultima a deitar-se; de manhã escamando peixe, à noite vendendo-o à porta, para descansar da trabalheira grossa das horas de sol; sempre sem domingo nem dia santo, sem tempo para cuidar de si, feia, gasta, imunda, repugnante, com o coração eternamente emprenhado de desgostos que nunca vinham à luz.
Y sin embargo adoraba a su amigo, tenía el fanatismo irracional de los caboclas del Amazonas por el hombre blanco al que esclavizan, esos que mueren de celos pero que también son capaces de matarse para evitarle a su ídolo la vergüenza de su amor. ¿Qué le costaba a ese hombre permitirle, de vez en cuando, acercarse a él? Todo dueño, en momentos de buen humor, acaricia a su perro... ¡Pero qué! El destino de Bertoleza se hizo cada vez más estricto y oscuro; Poco a poco, dejó de ser la amante del posadero por completo, para convertirse en su esclava. Como siempre, era la primera en levantarse y la última en acostarse; por la mañana escamando pescado, por la noche vendiéndolo en la puerta, para descansar del pesado trabajo de las horas de sol; siempre sin domingos ni fiestas, sin tiempo para cuidarse, fea, desgastada, sucia, asquerosa, con el corazón eternamente impregnado de pesares que nunca salían a la luz.

Afinal, convencendo-se de que ela, sem ter ainda morrido, já não vivia para ninguém, nem tampouco para si, desabou num fundo entorpecimento apático, estagnado como um charco podre que causa nojo. Fizera-se áspera, desconfiada, sobrolho carrancudo, uma linha dura de um canto ao outro da boca. E durante dias inteiros, sem interromper o serviço, que ela fazia agora automaticamente, por um hábito de muitos anos, gesticulava e mexia com os lábios, monologando sem pronunciar as palavras. Parecia indiferente a tudo, a tudo que a cercava.
Finalmente, convenciéndose de que ella, sin haber muerto aún, ya no vivía para nadie, ni siquiera para sí mismo, se derrumbó en un profundo letargo apático, estancado como un charco podrido que provoca asco. Se había vuelto áspera, sospechosa, fruncida, una línea dura de una comisura de la boca a la otra. Y durante días enteros, sin interrumpir el servicio, que ahora hacía automáticamente, por costumbre de muchos años, gesticulaba y movía los labios, monólogo sin pronunciar palabras. Parecía indiferente a todo, a todo lo que la rodeaba.

Não obstante, certo dia em que João Romão conversou muito com Botelho, as lágrimas saltaram dos olhos da infeliz, e ela teve de abandonar a obrigação, porque o pranto e os soluços não lhe deixavam fazer nada. Botelho havia dito ao vendeiro: — Faça o pedido! É ocasião. — Hein? — Pode pedir a mão da pequena. Está tudo pronto! — O Barão dá-ma? — Dá. — Tem certeza disso? — Ora! se não tivesse não lho diria deste modo! — Ele prometeu?
Sin embargo, un día que João Romão hablaba mucho con Botelho, a la desgraciada mujer se le llenaron los ojos de lágrimas, y tuvo que abandonar la obligación, porque las lágrimas y el hipo no la dejaban hacer nada. Botelho le había dicho al posadero: "¡Haga su pedido!" es la ocasión. - ¿Eh? "Puedes pedir la mano de la niña". ¡Está todo listo! "¿El Barón me lo da?" - Desde el. - ¿Está usted seguro de eso? - ¡Ahora! ¡Si no lo hubiera hecho, no te lo habría dicho de esta manera! - ¿Él prometió?

— Falei-lhe; fiz-lhe o pedido em seu nome. Disse que estava autorizado por você. Fiz mal? — Mal? Fez muito bem. Creio até que não é preciso mais nada! — Não, se o Miranda não vier logo ao seu encontro é bom você lhe falar, compreende? — Ou escrever. — Também! — E a menina? — Respondo por ela. Você não tem continuado a receber as flores? — Tenho. — Pois então não deixe pelo seu lado de ir mandando também as suas e faça o que lhe disse. Atire-se, seu João, atire-se enquanto o angu está quente! Por outro lado, Jerônimo empregara-se na pedreira de São Diogo, onde trabalhava dantes, e morava agora com a Rita numa estalagem da Cidade Nova.
- Le dije; Hice la solicitud en tu nombre. Dijo que fue autorizado por usted. ¿Hice mal? - ¿Malo? Lo hizo muy bien. ¡No creo que se necesite nada más! —No, si Miranda no viene a buscarte pronto, será mejor que se lo digas, ¿entiendes? "O escribe. - ¡También! - ¿Es la niña? Yo respondo por ella. ¿No has seguido recibiendo las flores? - Tengo. — Pues entonces no dudes en enviar la tuya también y haz lo que te dije. ¡Salta, João, salta mientras el angu está caliente! Jerônimo, en cambio, había tomado trabajo en la cantera de São Diogo, donde trabajaba, y ahora vivía con Rita en una posada de Cidade Nova.

Tiveram de fazer muita despesa para se instalarem; foi-lhes preciso comprar de novo todos os arranjos de casa, porque do São Romão Jerônimo só levou dinheiro, dinheiro que ele já não sabia poupar. Com o asseio da mulata a sua casinha ficou, todavia, que era um regalo; tinham cortinado na cama, lençóis de linho, fronhas de renda, muita roupa branca, para mudar todos os dias, toalhas de mesa, guardanapos; comiam em pratos de porcelana e usavam sabonetes finos.
Tiveram de fazer muita despesa para se instalarem; foi-lhes preciso comprar de novo todos os arranjos de casa, porque do São Romão Jerônimo só levou dinheiro, dinheiro que ele já não sabia poupar. Com o asseio da mulata a sua casinha ficou, todavia, que era um regalo; tinham cortinado na cama, lençóis de linho, fronhas de renda, muita roupa branca, para mudar todos os dias, toalhas de mesa, guardanapos; comiam em pratos de porcelana e usavam sabonetes finos.

Plantaram à porta uma trepadeira que subia para o telhado, abrindo pela manhã flores escarlates, de que as abelhas gostavam muito; penduraram gaiolas de passarinho na sala de jantar; sortiram a despensa de tudo que mais gostavam; compraram galinhas e marrecos e fizeram um banheiro só para eles, porque o da estalagem repugnou à baiana que, nesse ponto, era muito escrupulosa. A primeira parte da sua lua-de-mel foi uma cadeia de delicias continuas; tanto ele como ela, pouco ou nada trabalharam; a vida dos dois resumira-se, quase que exclusivamente, nos oitos palmos de colchão novo, que nunca chegava a esfriar de todo.
Plantaron una enredadera en la puerta que subía al techo, abriendo por la mañana flores escarlatas, que las abejas gustaban mucho; colgaron jaulas de pájaros en el comedor; surtieron la despensa con todo lo que más les gustó; Compraron gallinas y patos y les hicieron un baño solo para ellos, porque el de la posada le repugnaba a la bahiana, que era muy escrupulosa en eso. La primera parte de su luna de miel fue una cadena de delicias ininterrumpidas; tanto él como ella trabajaban poco o nada; su vida se resumía, casi exclusivamente, en los ocho pies de un colchón nuevo, que nunca llegaba a enfriarse del todo.

Jamais a existência pareceu tão boa e corredia para o português; aqueles primeiros dias fugiram-lhe como estrofes seguidas de uma deliciosa canção de amor, apenas espacejada pelo estribilho dos beijos em dueto; foi um prazer prolongado e amplo, bebido sem respirar, sem abrir os olhos, naquele colo carnudo e dourado da mulata, a que o cavouqueiro se abandonara como um bêbedo que adormece abraçado a um garrafão inesgotável de vinho gostoso.
Nunca la existencia había parecido tan buena y tranquila para los portugueses; aquellos primeros días se le escaparon como estrofas seguidas de un delicioso canto de amor, sólo espaciadas por el estribillo de besos a dúo; fue un placer prolongado y amplio, bebido sin respirar, sin abrir los ojos, en ese regazo carnoso y dorado de la mulata, al que el cavouqueiro se había abandonado como un borracho que se duerme abrazado a una botella inagotable de vino delicioso.

Estava completamente mudado. Rita apagara-lhe a última réstia das recordações da pátria; secou, ao calor dos seus lábios grossos e vermelhos, a derradeira lágrima de saudade, que o desterrado lançou do coração com o extremo arpejo que a sua guitarra suspirou!
Fue completamente cambiado. Rita había borrado hasta el último jirón de sus recuerdos de su tierra natal; secó, en el calor de sus gruesos labios rojos, la última lágrima de añoranza, que el desterrado soltó de su corazón con el arpegio extremo que suspiraba su guitarra!

A guitarra! substituiu-a ela pelo violão baiano, e deu-lhe a ele uma rede, um cachimbo, e embebedou-lhe os sonhos de amante prostrado com as suas cantigas do norte, tristes, deleitosas, em que há caboclinhos curupiras, que no sertão vêm pitar à beira das estradas em noites de lua clara, e querem que todo o viajante que vai passando lhes ceda fumo e cachaça, sem o que, ai deles! o curupira transforma-os em bicho-do-mato. E deu-lhe do seu comer da Bahia, temperado com fogoso azeite-de-dendê, cor de brasa; deu-lhe das suas muquecas escandescentes, de fazer chorar, habituou-lhe a carne ao cheiro sensual daquele seu corpo de cobra, lavado três vezes ao dia e três vezes perfumado com ervas aromáticas.
¡La guitarra! La reemplazó por la guitarra bahiana, y le regaló una hamaca, una pipa, e hizo sus sueños de enamorada postrada embriagada con sus cantos del norte, tristes, deliciosos, en los que hay caboclinhos curupira, que en el sertão vienen a fuman junto al camino en las noches claras de luna, y quieren que cada viajero que pasa les entregue tabaco y cachaza, si no lo hacen, ¡ay de ellos! la curupira los transforma en animales salvajes. Y le dio de su comida de Bahía, sazonada con aceite de palma ardiente, color de brasa; le dio sus escandalosas muquecas, que lo hicieron llorar, acostumbró su carne al olor sensual de ese cuerpo suyo de serpiente, lavado tres veces al día y tres veces perfumado con hierbas aromáticas.

O português abrasileirou-se para sempre; fez-se preguiçoso, amigo das extravagâncias e dos abusos, luxurioso e ciumento; fora-se-lhe de vez o espírito da economia e da ordem; perdeu a esperança de enriquecer, e deu-se todo, todo inteiro, à felicidade de possuir a mulata e ser possuído só por ela, só ela, e mais ninguém.
El portugués se convirtió en brasileño para siempre; se volvió perezoso, aficionado a la extravagancia y al abuso, lujurioso y celoso; se había ido el espíritu de economía y orden; perdió la esperanza de hacerse rico, y se entregó entera, enteramente, a la dicha de poseer a la mulata y ser poseído sólo por ella, sólo ella, y nadie más.

A morte do Firmo não vinha nunca a toldar-lhes o gozo da vida; quer ele, quer a amiga, achavam a coisa muito natural. "O facínora matara tanta gente; fizera tanta maldade; devia, pois, acabar como acabou! Nada mais justo! Se não fosse Jerônimo, seria outro! Ele assim o quis— bem feito!
La muerte de Firmo nunca llegó a empañar su disfrute de la vida; tanto él como su amigo lo encontraron muy natural. "El criminal había matado a tanta gente, había hecho tanto mal, ¡debía, por lo tanto, terminar como terminó! ¡Nada más justo! ¡Si no era Jerónimo, sería otro! Él lo quería así— ¡bien hecho!

Por esse tempo, Piedade de Jesus, sem se conformar com a ausência do marido, chorava o seu abandono e ia também agora se transformando de dia para dia, vencida por um desmazelo de chumbo, uma dura desesperança, a que nem as lágrimas bastavam para adoçar as agruras. A principio, ainda a pobre de Cristo tentou resistir com coragem àquela viuvez pior que essa outra, em que há, para elemento de resignação, a certeza de que a pessoa amada nunca mais terá olhos para cobiçar mulheres, nem boca para pedir amores; mas depois começou a afundar sem resistência na lama do seu desgosto, covardemente, sem forcas para iludir-se com uma esperança fátua, abandonando-se ao abandono, desistindo dos seus princípios, do seu próprio caráter, sem se ter já neste mundo na conta de alguma coisa e continuando a viver somente porque a vida era teimosa e não queria deixá-la ir apodrecer lá embaixo, por uma vez. Deu para desleixar-se no serviço; as suas freguesas de roupa começaram a reclamar; foi-lhe fugindo o trabalho pouco a pouco; fez-se madraça e moleirona, precisando já empregar grande esforço para não bulir nas economias que Jerônimo lhe deixara, porque isso devia ser para a filha, aquela pobrezita orfanada antes da morte dos pais.
En ese momento, Piedade de Jesús, no resignada a la ausencia de su marido, lloraba su abandono y ahora también cambiaba de un día a otro, vencida por un descuido plomizo, una dura desesperanza, que ni las lágrimas bastaban para superar. dificultades Al principio, también la pobre mujer de Cristo trató de resistir con valentía esa viudez peor que aquella otra, en la que está, como elemento de resignación, la certeza de que el amado nunca más tendrá ojos para codiciar mujeres, ni boca para pide amor; pero luego comenzó a hundirse sin resistencia en el lodo de su dolor, cobardemente, sin fuerzas para ilusionarse con una esperanza fatua, abandonándose al abandono, renunciando a sus principios, a su propio carácter, sin siquiera tenerse a sí mismo en este mundo en mente de algo y continuar viviendo solo porque la vida era terca y no quería dejar que se pudriera allí abajo, por una vez. Era posible dejar el trabajo; sus clientes de ropa comenzaron a quejarse; el trabajo se esfumó poco a poco; Se hizo madraza y molinera, teniendo ya que hacer un gran esfuerzo para no ensuciar los ahorros que le había dejado Jerónimo, porque eso tenía que ser para su hija, esa pobre niña huérfana antes de la muerte de sus padres.

Um dia, Piedade levantou-se queixando-se de dores de cabeça, zoada nos ouvidos e o estômago embrulhado; aconselharam-lhe que tomasse um trago de parati. Ela aceitou o conselho e passou melhor. No dia seguinte repetiu a dose; deu-se bem com a perturbação em que a punha o álcool, esquecia-se um pouco durante algum tempo das amofinações da sua vida; e, gole a gole, habituara-se a beber todos os dias o seu meio martelo de aguardente, para enganar os pesares. Agora, que o marido já não estava ali para impedir que a filha pusesse os pés no cortiço, e agora que Piedade precisava de consolo, a pequena ia passar os domingos com ela. Saíra uma criança forte e bonita; puxara do pai o vigor físico e da mãe a expressão bondosa da fisionomia. Já tinha nove anos.
Un día, Piedade se levantó quejándose de dolores de cabeza, zumbidos en los oídos y malestar estomacal; le aconsejaron que tomara un trago de paraty. Ella tomó el consejo y mejoró. Al día siguiente se repitió la dosis; se las arregló bien con el desbarajuste en que la metía el alcohol, se olvidó por un rato de las molestias de su vida; y, trago a trago, se acostumbró a beber su medio martillo de aguardiente todos los días, para no arrepentirse. Ahora que su marido ya no estaba allí para impedir que su hija pusiera un pie en el conventillo, y ahora que Piedade necesitaba consuelo, la pequeña iba a pasar los domingos con ella. Había salido un niño fuerte y hermoso; tomó de su padre la fuerza física y de su madre la expresión amable de su rostro. Ya tenía nueve años.

Eram esses agora os únicos bons momentos da pobre mulher, esses que ela passava ao lado da filha. Os antigos moradores da estalagem principiavam a distinguir a menina com a mesma predileção com que amavam Pombinha, porque em toda aquela gente havia uma necessidade moral de eleger para mimoso da sua ternura um entezinho delicado e superior, a que eles privilegiavam respeitosamente, como súditos a um príncipe. Crismaram-na logo com o cognome de "Senhorinha".
Estos eran ahora los únicos buenos momentos de la pobre mujer, los que pasaba con su hija. un príncipe. Pronto fue confirmada con el sobrenombre de "Senhorinha".

Piedade, apesar do procedimento do marido, ainda no intimo se impressionava com a idéia de que não devia contrariá-lo nas suas disposições de pai. "Mas que mal tinha que a pequena fosse ali? Era uma esmola que fazia à mãe! Lá pelo risco de perder-se... Ora adeus, só se perdia quem mesmo já nascera para a perdição! A outra não se conservara sã e pura? não achara noivo? não casara e não vivia dignamente com o seu marido? Então?!" E Senhorinha continuou a ir à estalagem, a principio nos domingos pela manhã, para voltar à tarde, depois já de véspera, nos sábados, para só tornar ao colégio na segunda-feira.
Piedade, a pesar del comportamiento de su esposo, todavía estaba impresionada con la idea de que no debía contradecirlo en su disposición como padre. "Pero, ¿qué tenía de malo que la niña fuera allí? ¡Fue una limosna que le hizo a su madre! Solo por el riesgo de perderse... Bueno, ¡adiós, solo se perdieron aquellos que nacieron para la perdición! ¿puros? ¿No había encontrado un prometido? ¿No se había casado y no vivía con su marido con dignidad? ¡¿Entonces?!" Y Senhorinha continuaba yendo a la posada, primero los domingos por la mañana, para volver por la tarde, luego el día anterior, los sábados, sólo para volver a la escuela el lunes.

Jerônimo ao saber disto, por intermédio da professora, revoltou-se no primeiro ímpeto, mas, pensando bem no caso, achou que era justo deixar à mulher aquele consolo. "Coitada! devia viver bem aborrecida da sorte!" Tinha ainda por ela um sentimento compassivo, em que a melhor parte nascera com o remorso. "Era justo, era! que a pequena aos domingos e dias santos lhe fizesse companhia!" E então, para ver a filha, tinha que ir ao colégio nos dias de semana. Quase sempre levava-lhe presentes de doce, frutas, e perguntava-lhe se precisava de roupa ou de calçado. Mas, um belo dia, apresentou-se tão ébrio, que a diretora lhe negou a entrada. Desde essa ocasião, Jerônimo teve vergonha de lá voltar, e as suas visitas à filha tornaram-se muito raras.
Jerónimo, al enterarse de esto, por medio de la maestra, se rebeló al principio, pero, pensando en el caso, creyó justo dejarle a la mujer ese consuelo. "¡Pobrecita! ¡Debe haber estado realmente aburrida con su suerte!" Todavía tenía un sentimiento de compasión por ella, en el que la mejor parte había nacido con remordimiento. "¡Era justo, era! que el pequeño le hiciera compañía los domingos y días de fiesta!" Y luego, para ver a su hija, tenía que ir a la escuela entre semana. Casi siempre le traía regalos de dulces, frutas y le preguntaba si necesitaba ropa o zapatos. Pero, un buen día, se presentó tan borracho que el director le negó la entrada. A partir de entonces, Jerônimo se avergonzó de volver allí, y las visitas a su hija se hicieron muy raras.

Tempos depois, Senhorinha entregou à mãe uma conta de seis meses da pensão do colégio, com uma carta em que a diretora negava-se a conservar a menina, no caso que não liquidassem prontamente a divida. Piedade levou as mãos à cabeça: "Pois o homem já nem o ensino da pequena queria dar?! Que lhe valesse Deus! onde iria ela fazer dinheiro para educar a filha?! " Foi à procura do marido; já sabia onde ele morava. Jerônimo recusou-se, por vexame; mandou dizer que não estava em casa. Ela insistiu; declarou que não arredaria dali sem lhe falar; disse em voz bem alta que não ia lá por ele, mas pela filha, que estava arriscada a ser expulsa do colégio; ia para saber que destino lhe havia de dar, porque agora a pequena estava muito taluda para ser enjeitada na roda!
Tempos depois, Senhorinha entregou à mãe uma conta de seis meses da pensão do colégio, com uma carta em que a diretora negava-se a conservar a menina, no caso que não liquidassem prontamente a divida. Piedade levou as mãos à cabeça: "Pois o homem já nem o ensino da pequena queria dar?! Que lhe valesse Deus! onde iria ela fazer dinheiro para educar a filha?! " Foi à procura do marido; já sabia onde ele morava. Jerônimo recusou-se, por vexame; mandou dizer que não estava em casa. Ela insistiu; declarou que não arredaria dali sem lhe falar; disse em voz bem alta que não ia lá por ele, mas pela filha, que estava arriscada a ser expulsa do colégio; ia para saber que destino lhe havia de dar, porque agora a pequena estava muito taluda para ser enjeitada na roda!

Jerônimo apareceu afinal, com um ar triste de vicioso envergonhado que não tem animo de deixar o vicio. A mulher, ao vê-lo, perdeu logo toda a energia com que chegara e comoveu-se tanto, que as lágrimas lhe saltaram dos olhos às primeiras palavras que lhe dirigiu. E ele abaixou os seus e fez-se lívido defronte daquela figura avelhantada, de peles vazias, de cabelos sujos e encanecidos. Não lhe parecia a mesma! Como estava mudada! E tratou-a com brandura, quase a pedir-lhe perdão, a voz muito espremida no aperto da garganta.
Por fin apareció Jerónimo, con la mirada triste de un adicto avergonzado que no tiene corazón para dejar la adicción. La mujer, al verlo, inmediatamente perdió toda la energía con la que había llegado y se conmovió tanto que le brotaron lágrimas de los ojos ante las primeras palabras que le dirigió. Y bajó los ojos y se puso lívido frente a aquella figura envejecida, con la piel vacía, el pelo gris sucio. ¡No se veía igual! ¡Qué cambiado! Y él la trató con delicadeza, casi pidiendo perdón, la voz muy tensa en el nudo de su garganta.

— Minha pobre velha... balbuciou, pousando-lhe a mão larga na cabeça. E os dois emudeceram um defronte do outro, arquejantes. Piedade sentiu ânsias de atirar-se-lhe nos braços, possuída de imprevista ternura com aquele simples afago do seu homem. Um súbito raio de esperança iluminou-a toda por dentro, dissolvendo de relance os negrumes acumulados ultimamente no seu coração. Contava não ouvir ali senão palavras duras e ásperas, ser talvez repelida grosseiramente, insultada pela outra e coberta de ridículo pelos novos companheiros do marido; mas, ao encontrá-lo também triste e desgostoso, sua alma prostrou-se reconhecida; e, assim que Jerônimo, cujas lágrimas corriam já silenciosamente, deixou que a sua mão fosse descendo da cabeça ao ombro e depois à cintura da esposa, ela desabou, escondendo o rosto contra o peito dele, numa explosão de soluços que lhe faziam vibrar o corpo inteiro. Por algum tempo choraram ambos abraçados.
"Mi pobre viejita..." tartamudeó, poniendo una gran mano sobre su cabeza. Y los dos se callaron frente al otro, jadeando. Piedade sintió el impulso de arrojarse a sus brazos, presa de una ternura inesperada ante aquella simple caricia de su hombre. Un repentino rayo de esperanza la iluminó desde adentro, disolviendo instantáneamente la oscuridad acumulada últimamente en su corazón. Ella esperaba oír allí sólo palabras duras y ásperas, tal vez para ser groseramente rechazada, insultada por la otra y ridiculizada por las nuevas compañeras de su marido; pero, viéndolo también triste y disgustado, su alma se postró en gratitud; cuerpo entero. Durante algún tiempo lloraron, abrazados.

— Consola-te! que queres tu?... São desgraças!... disse o cavouqueiro afinal, limpando os olhos. Foi como se eu tivesse te morrido... mas podes ficar certa de que te estimo e nunca te quis mal!... Volta para casa; eu irei pagar o colégio de nossa filhinha e hei de olhar por ti. Vai, e pede a Deus Nosso Senhor que me perdoe os desgostos que te tenho eu dado! E acompanhou-a até o portão da estalagem.
- ¡Ponerse cómodo! ¿qué quieres?... ¡Qué desgracias!... dijo por fin el cavador, secándose los ojos. ¡Fue como si te hubiera matado... pero puedes estar seguro de que te amo y nunca quise hacerte daño!... Vuelve a casa; Pagaré la escuela de nuestra niña y cuidaré de ti. ¡Ve y pídele a Dios Nuestro Señor que me perdone los disgustos que te he dado! Y él la acompañó hasta la puerta de la posada.

Ela, sem poder pronunciar palavra, saiu cabisbaixa, a enxugar os olhos no xale de lã, sacudida ainda de vez em quando por um soluço retardado. Entretanto, Jerônimo não mandou saldar a conta do colégio, no dia seguinte, nem no outro, nem durante todo o resto do mês; e ele, coitado! bem que se mortificou por isso; mas onde ia buscar dinheiro naquela ocasião? o seu trabalho mal lhe dava agora para viver junto com a mulata; estava já alcançado nos seus ordenados e devia ao padeiro e ao homem da venda. Rita era desperdiçada e amiga de gastar à larga; não podia passar sem uns tantos regalos de barriga e gostava de fazer presentes. Ele, receoso de contrariá-la e quebrar o ovo da sua paz, até ai tão completo com respeito à baiana, subordinava-se calado e afetando até satisfação; no intimo, porém, o infeliz sofria deveras. A lembrança constante da filha e da mulher apoquentava-o com pontas de remorso, que dia a dia alastravam na sua consciência, à proporção que esta ia acordando daquela cegueira. O desgraçado sentia e compreendia perfeitamente todo o mal da sua conduta; mas só a idéia de separar-se da amante punha-lhe logo o sangue doido e apagava-se-lhe de novo a luz dos raciocínios. "Não! não!! tudo que quisessem, menos isso!"
Ella, incapaz de articular palabra, salió cabizbaja, secándose los ojos en el chal de lana, todavía sacudida de vez en cuando por un sollozo retardado. Sin embargo, Jerónimo no tenía pagada la cuenta del colegio al día siguiente, ni al siguiente, ni por el resto del mes; y él, ¡pobrecito! pues se mortificó por ello; pero ¿de dónde sacaba dinero en ese momento? su trabajo apenas le alcanzaba para vivir con la mulata; ya había alcanzado su salario y le debía al panadero y al vendedor. Rita era derrochadora y amante del gasto; No podía prescindir de algunas golosinas para la barriga y me gustaba hacer regalos. Él, temeroso de enemistarse con ella y romper el huevo de su paz, hasta entonces tan completo con respecto a la bahiana, se sometió en silencio y hasta fingiendo satisfacción; interiormente, sin embargo, el desgraciado sufrió mucho. El recuerdo constante de su hija y su esposa lo turbaba con punzadas de remordimiento, que día tras día se extendían por su conciencia, al despertar de su ceguera. El desgraciado sintió y comprendió perfectamente toda la maldad de su conducta; pero la sola idea de separarse de su amada enloqueció inmediatamente su sangre y la luz de su razonamiento se apagó de nuevo. "¡No! ¡No! ¡Lo que quisieran menos eso!"

E então, para fugir àquela voz irrefutável, que estava sempre a serrazinar dentro dele, bebia em camaradagem com os companheiros e habituara-se, dentro em pouco, à embriaguez. Quando Piedade, quinze dias depois da sua primeira visita, tornou lá, um domingo, acompanhada pela filha, encontrou-o bêbedo, numa roda de amigos.
Y luego, para huir de esa voz irrefutable, que siempre fue serrazina dentro de él, bebió en camaradería con sus compañeros y pronto se acostumbró a la borrachera. Cuando Piedade, quince días después de su primera visita, regresó allí un domingo, acompañado de su hija, lo encontró borracho, en un círculo de amigos.

Jerônimo recebeu-as com grande escarcéu de alegria. Fê-las entrar. Beijou a pequena repetidas vezes e suspendeu-a pela cintura, soltando exclamações de entusiasmo. Com um milhão de raios! que linda estava a sua morgadinha! Obrigou-as logo a tomar alguma coisa e foi chamar a mulata; queria que as duas mulheres fizessem as pazes no mesmo instante. Era questão decidida! Houve uma cena de constrangimentos, quando a portuguesa se viu defronte da baiana.
Jerónimo los recibió con gran alboroto de alegría. Haz que entren. Besó varias veces a la niña y la suspendió por la cintura, profiriendo exclamaciones de entusiasmo. ¡Con un millón de rayos! ¡Qué hermosa era tu morgadinha! Inmediatamente los obligó a beber algo y fue a buscar a la mulata; quería que las dos mujeres se reconciliaran de inmediato. ¡Fue decidido! Hubo una escena de bochorno, cuando la portuguesa se encontró frente a la bahiana.

— Vamos! vamos! Abracem-se! Acabem com isso por uma vez! bradava Jerônimo, a empurrá-las uma contra a outra. Não quero aqui caras fechadas! As duas trocaram um aperto de mão, sem se fitarem. Piedade estava escarlate de vergonha. — Ora muito bem! acrescentou o cavouqueiro. Agora para a coisa ser completa, hão de jantar conosco! A portuguesa opôs-se, resmungando desculpas, que o cavouqueiro não aceitou. — Não as deixo sair! É boa! Pois hei de deixar ir minha filha sem matar as saudades?
- ¡Vamos! ¡vamos! ¡Abrácense entre ustedes! ¡Acaba con esto de una vez! gritó Jerónimo empujándolos uno contra otro. ¡No quiero caras cerradas aquí! Los dos intercambiaron un apretón de manos, sin mirarse. La piedad estaba roja de vergüenza. "¡Bien hecho!" añadió el cavador. Ahora, para que la cosa esté completa, ¡cenarás con nosotros! La portuguesa objetó murmurando excusas, que el cavouqueiro no aceptó. "¡No los dejaré salir!" ¡Es buena! Entonces, ¿debo dejar ir a mi hija sin extrañarla?

Piedade assentou-se a um canto, impaciente pela ocasião de entender-se com o marido sobre o negócio do colégio. Rita, volúvel como toda a mestiça, não guardava rancores, e, pois, desfez-se em obséquios com a família do amigo. As outras visitas saíram antes do jantar.
Piedade se sentó en un rincón, impaciente por la oportunidad de llegar a un acuerdo con su marido sobre asuntos escolares. Rita, frívola como cualquier mestizo, no guardaba rencor, y por eso colmaba de cortesía a la familia de su amiga. Los otros invitados se fueron antes de la cena.

Puseram-se à mesa às quatro horas e principiaram a comer com boa disposição, carregando no virgem logo desde a sopa. Senhorinha destacava-se do grupo; na sua timidez de menina de colégio parecia, entre aquela gente, triste e assustada ao mesmo tempo. O pai acabrunhava-a com as suas solicitudes brutais e com as suas perguntas sobre os estudos. À exceção dela, todos os outros estavam, antes da sobremesa, mais ou menos chumbados pelo vinho. Jerônimo, esse estava de todo. Piedade, instigada por ele, esvaziara freqüentes vezes o seu copo e, ao fim do jantar, dera para queixar-se amargamente da vida; foi então que ela, já com azedume na voz, falou na divida do colégio e nas ameaças da diretora.
Se sentaron a la mesa a las cuatro y empezaron a comer de buen humor, cargando la virgen justo después de la sopa. Senhorinha se destacó del grupo; en su timidez de colegiala parecía, entre aquella gente, triste y asustada al mismo tiempo. Su padre la abrumó con sus pedidos brutales y sus preguntas sobre sus estudios. A excepción de ella, todos los demás estaban, antes del postre, más o menos borrachos de vino. Jeronimo, ese era en absoluto. Piedad, instigada por él, había vaciado a menudo su vaso y, al final de la cena, se había aficionado a quejarse amargamente de la vida; fue entonces cuando ella, con amargura en la voz, habló de la deuda de la escuela y de las amenazas del director.

— Ora, filha! disse-lhe o cavouqueiro. Agora estás tu também pr’aí com essa mastigação! Deixa as tristezas pr’outra vez! Não nos amargures o jantar! — Triste sorte a minha! — Ai, ai! que temos lamúria! — Como não me hei de queixar, se tudo me corre mal?! — Sim! Pois se é para isso que aqui vens, melhor será não tornares cá!... resmungou Jerônimo, franzindo o sobrolho. Que diabo! com choradeiras nada se endireita! Tenho eu culpa de que sejas infeliz?... Também o sou e não me queixo de Deus! Piedade abriu a soluçar.
—¡Por qué, hija! le dijo el cavador. ¡Ahora también estás ahí afuera con esa masticación! ¡Deja la tristeza para otro momento! ¡No nos amargues la cena! — ¡Triste suerte para mí! — ¡Ay, ay! que tenemos lloriqueo! — ¡¿Cómo no voy a quejarme si todo sale mal?! - ¡Sí! ¡Pues si para eso viniste aquí, mejor no vuelvas!... refunfuñó Jerónimo frunciendo el ceño. ¡Que diablo! con el llanto nada se endereza! ¿Es mi culpa que seas infeliz?... ¡Yo también soy infeliz y no me quejo de Dios! Piety comenzó a sollozar.

— Aí temos! berrou o marido, erguendo-se e dando urna punhada forte sobre a mesa. E aturem-na! Por mais que um homem se não queira zangar, há de estourar por força! Ora bolas! Senhorinha correu para junto do pai, procurando contê-lo. — Sebo! berrou ele, desviando-a. Sempre a mesma coisa! Pois não estou disposto a aturar isto! Arre! — Eu não vim cá por passeio!... prosseguiu Piedade entre lágrimas!. Vim cá para saber da conta do colégio!... — Pague-a você, que tem lá o dinheiro que lhe deixei! Eu é que não tenho nenhum! — Ah! então com que não pagas?! — Não! Com um milhão de raios! — É que és muito pior do que eu supunha!
"¡Ahí estamos!" gritó su esposo, poniéndose de pie y golpeando su puño sobre la mesa. ¡Y aguantarla! ¡Por mucho que un hombre no quiera enojarse, explotará a la fuerza! ¡Qué demonios! Senhorinha corrió hacia su padre, tratando de contenerlo. — ¡Sebo! gritó, esquivándola. ¡Siempre la misma cosa! ¡Porque no estoy dispuesto a soportar esto! ¡Arre! — ¡No vine aquí a dar un paseo!... ¡continuó Piedade entre lágrimas!. ¡Vine aquí a enterarme de la cuenta de la universidad!... —¡Tú la pagas, tienes el dinero que te dejé allí! ¡No tengo ninguna! - ¡Oh! Entonces, ¿por qué no pagas? - ¡No! ¡Con un millón de rayos! "¡Es que eres mucho peor de lo que pensaba!"

— Sim, hein?! Pois então deixe-me cá com toda a minha ruindade e despache o beco! Despache-o, antes que eu faça alguma asneira! — Minha pobre filha! Quem olhará por ela, Senhor dos Aflitos?! — A pequena já não precisa de colégio! deixe-a cá comigo, que nada lhe faltará! — Separar-me de minha filha? a única pessoa que me resta?! — Ó mulher! você não está separada dela a semana inteira?... Pois a pequena, em vez de ficar no colégio, fica aqui, e aos domingos irá vê-la. Ora aí tem! — Eu quero antes ficar com minha mãe!... balbuciou a menina, abraçando-se a Piedade.
— ¡¿Sí, eh?! ¡Así que déjame aquí con toda mi maldad y lárgate del callejón! ¡Mátalo antes de que haga algo estúpido! "¡Mi pobre hija!" ¿Quién cuidará de ella, Señor de los Afligidos? — ¡El pequeño ya no necesita la escuela! ¡Déjala aquí conmigo, no querrá nada! "¿Separarme de mi hija?" la única persona que me queda?! — ¡Oh mujer! ¿no estás toda la semana lejos de ella?... Bueno, la pequeña, en vez de quedarse en la escuela, se queda aquí, y los domingos vas a verla. ¡Bueno, ahí lo tienes! "¡Quiero quedarme con mi madre primero!" tartamudeó la niña, abrazando a Piedade.

— Ah! também tu, ingrata, já me fazes guerra?! Pois vão com todos os diabos! e não me tornem cá para me ferver o sangue, que já tenho de sobra com que arreliar-me! — Vamos daqui! gritou a portuguesa, travando da filha pelo braço. Maldita a hora em que vim cá! E as duas, mãe e filha, desapareceram; enquanto Jerônimo, passeando de um para outro lado, monologava, furioso sob a fermentação do vinho. Rita não se metera na contenda, nem se mostrara a favor de nenhuma das partes. "O homem, se quisesse voltar para junto da mulher, que voltasse! Ela não o prenderia, porque amor não era obrigado!" Depois de falar só por muito espaço, o cavouqueiro atirou-se a uma cadeira, despejou sombrio dois dedos de laranjinha num copo e bebeu-os de um trago.
- ¡Oh! ¡¿Tú también, desagradecido, ya me haces la guerra?! ¡Pues vete con todos los diablos! ¡y no me traigas aquí para hervirme la sangre, porque ya tengo suficiente para burlarme! "¡Vamos!" gritó la portuguesa, agarrando a su hija por el brazo. ¡Maldita sea la hora en que vine aquí! Y las dos, madre e hija, desaparecieron; mientras Jerónimo, paseándose de un lado a otro, monólogo, furioso bajo el vino fermentado. Rita no se había metido en la disputa, ni se había mostrado a favor de ninguna de las partes. "El hombre, si quería volver con la mujer, ¡que volviera! ¡Ella no lo arrestaría, porque el amor no estaba obligado!" Después de hablar durante mucho tiempo, el caballero se arrojó en una silla, vertió sombríamente dos dedos de jugo de naranja en un vaso y se los bebió de un solo trago.

— Arre! Assim também não! A mulata então aproximou-se dele, por detrás; segurou-lhe a cabeça entre as mãos e beijou-o na boca, arredando com os lábios a espessura dos bigodes. Jerônimo voltou-se para a amante, tomou-a pelos quadris e assentou-a em cheio sobre as suas coxas. — Não te rales, meu bem! disse ela, afagando-lhe os cabelos. Já passou! — Tens razão! besta fui eu em deixá-la pôr pé cá dentro de casa! E abraçaram-se com ímpeto, como se o breve tempo roubado pelas visitas fosse uma interrupção nos seus amores. Lá fora, junto ao portão da estalagem, Piedade, com o rosto escondido no ombro da filha, esperava que as lágrimas cedessem um pouco, para as duas seguirem o seu destino de enxotadas.
"¡Arre!" ¡Tampoco así! La mulata entonces se le acercó por detrás; tomó su cabeza entre sus manos y lo besó en la boca, alisando los gruesos bigotes con sus labios. Jerónimo se volvió hacia su amada, la tomó por las caderas y la sentó sobre sus muslos. "¡No te preocupes, querida!" dijo ella, acariciando su cabello. ¡Ha pasado! - ¡Tienes razón! ¡Fui una fiera al dejarla poner un pie en la casa! Y se abrazaron apasionadamente, como si el breve tiempo robado por las visitas fuera una interrupción en su hacer el amor. Afuera, junto a la puerta de la posada, Piedade, con el rostro escondido en el hombro de su hija, esperaba que las lágrimas amainaran un poco, para que las dos pudieran seguir su destino de ser ahuyentados.






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